lunes, 25 de enero de 2016

Besos en la frente.

Una vez, cuando tenía cinco años, me desperté llorando porque había tenido una pesadilla. Me acuerdo que mi madre se levantó corriendo y vino a verme, cuando me vio así, me abrazó tan fuerte que pensé que rompería los huesos. Estuvo así alrededor de unos cinco minutos.
Recuerdo que cuando se separó, noté un frío tan fuerte que quise que me volviese a abrazar, aunque me encontraba tan asustada que no dije ni pío.

Ella, con sus pulgares, me limpió las lágrimas que corrían por mis mejillas y que se suicidaban al llegar al final, cayendo y rompiéndose como cristal fino al entrar en contacto con mi pijama. Ella sonrió y bajó sus manos, grandes y callosas y las unió con las mías, pequeñas y suaves. Se acercó a mí y posó sus labios en mi frente, tan suavemente que parecía imperceptible.

Me miró segundos después y me dijo:

''Los besos en la frente son mágicos. Tienen el poder quitar miedos y malos recuerdos, por eso se dan ahí, porque es en la cabeza donde se guarda terror y donde se quedan a vivir los pensamientos malos.
Cada beso en la frente, es una cura. Dáselo a quien quieras cuidar y proteger.''

Ahora, años más tarde, me quedo mirándote en silencio, preguntándome si de verdad podría funcionar. Si de verdad pudiese quitarte los miedos con un beso en la frente, darte miles, hasta que no quedara rastro de ninguna pesadilla, de ningún mal recuerdo, de ningún rastro de dolor.

lunes, 18 de enero de 2016

Vas a deslumbrar.

Te separas de ciertas personas. Hacéis cada uno vuestra vida. Borrón y cuenta nueva. Pero los recuerdos siguen ahí. De vez en cuando te asaltan como pequeños disparos. Y sonríes. Por los buenos tiempos que no se repetirán, por los lazos que se unieron y que pensasteis que eran fuertes... cuando no.
Cuando eran más débiles que el papel. Que era tan fáciles de romper, que tenías que estirar tan poco del hilo para romperlo.
Pero nadie se dio cuenta hasta que se rompió.

Pero aparecen de nuevo. Y todos han cambiado, tú has cambiado. Ya no eres la que se callaba, la que sólo asentía, la que podíais manipular.
Y te sientes confusa. Las cosas que te unían a esas personas, ahora te separan. No olvidas los buenos momentos pero tampoco los malos y ahora te cuesta fingir que todos te caen bien, que el cariño sigue intacto, que el tiempo no ha hecho mella en ti, cuando no es cierto.

Sientes ira. Te intentas contener, pero sólo quieres explotar. Gritar. Decir el daño que te hicieron con tan sólo palabras que ni llegaban a estar dichas en personas, simplemente escritas a través de un ordenador y dándole a la tecla 'enter.'

Y seguro que se sintieron valientes y orgullosos. Se sintieron satisfechos y siguieron con su vida. Y tú, tú te quedaste estancada. En palabras dichas de personas que no merecen ni que les mires. ¿De verdad? Ahora vas a ser tú. Tan tú que vas a deslumbrar. Tan tú que no podrán acercarse ni siquiera a ti. Ahora son solo rasguños, antes fueron heridas sangrantes.

domingo, 17 de enero de 2016

¿Y si...?

Sé que estás destruido. Que finges sonrisas cada día, pero que sólo tú sabes como son tus noches. Que es ahí cuando los recuerdos amargos sobresalen, y que son los que no te dejan dormir.

Pero sé que quieres salir de esta, o eso es lo que me cuentas. Dices que la cicatrices pesan, y claro que lo hacen, si sólo vives en ellas.
Cada paso lo das con miedo, porque temes que en vez comerte el mundo, el mundo te termine comiendo a ti.
Saca los dientes, grita, muerde y araña si es necesario, pero no dejes consumirte.

Sé que el dolor menguará. Que todo quedará en un mal sueño, en una mala historia, en otros tiempos que preferirá olvidar, pero que no podrás.
Pero va siendo hora de que vivas. Que no dependas de la palabras ''¿y si...?'' que son las palabras más putas que existen cuando están juntas.
¿De verdad tu vida va a ser una contingencia de esas dos palabras? No. No puede ser. Vive, siente, ríe, llora, ama, quiere, sin miedo.
Lo que ocurra no importa. Se arreglará. Te arreglarás.

viernes, 15 de enero de 2016

Mentiras, traiciones y amores.

Son aquellos políticos, 
que nos intentan comprar, 
con estúpidas promesas
que no van a realizar. 

Son aquellos amigos
que podíamos considerar hermanos, 
y que fíjese ahora, 
que nos traicionaron como esclavos. 

Son aquellos amores, 
que siempre estarían ahí
y fueron los primeros en marcharse, 
cuando no pude salir de aquí. 

Son todas las traiciones, 
las que endurecen el corazón 
y aquellas que hacen, 
que pierda la razón. 

Pero luego llegan casualidades, 
de esas, 
que te causan terremotos
allá por donde vayas. 

Y las traiciones no duelen tanto, 
las mentiras no duelen de más, 
los amores ya no importan, 
porque sólo importa ahora, 
que de ti, 
ya no me voy nunca más. 

lunes, 4 de enero de 2016

Tres palabras.

Oscuridad. Silencio. Soledad. Tres palabras.

Es a la noche cuando mis demonios hablan, cuando mis ojos llorar, cuando mis gritos se ahogan. Es ahí, cuando ni siquiera la comodidad de mi cama, el tacto de la sábanas o el sonido incesante de las gotas contra el suelo, consiguen consolarme.
Soy yo y mi dolor. Soy yo y mi destrucción. Soy yo y mis demonios.
Cada día se vuelve pesado, el peso aumenta y las fuerzas disminuyen. Los días se pasan rápidos y las noches, eternas.
Mi vida es constante seguir caminando, seguir tropezando, seguir cayendo, seguir hiriéndome. Sin nadie que se percate, aunque muchos están alrededor mía.

Mis demonios siguen hablando, ya pocas cosas nuevas me dicen. Me hablan de lo bonito que sería si yo me fuese, de lo despreocupada que sería la vida de la gente que me quiere sin tener que aguantarme, de lo bien que quedarían unos cortes en mi muñeca o, de lo macabro de una soga alrededor de mi cuello. Buenas formas de morir, dicen. Rápidas, comunes y suicidas.
Me dicen que mi vida es una mentira, que vivo a base del cuento. Que no hago más que fingir. Y ahí les doy la razón.
Me levanto, sonrío y digo que estoy bien.

Y así, durante todo el año. Durante todos los años.

domingo, 3 de enero de 2016

Querido Jorge.

Deseé no haberte conocido, 
deseé no haberte querido, 
deseé tantas cosas, 
que me quedé perdida en mi caos.

Y es que tú no sabes querer. 
Sólo sabes dañar, 
romper, 
herir.
Pero nunca querer. 

No me pidas que me quede, 
porque te quedarás esperando, 
a algo que jamás llegue.