miércoles, 24 de febrero de 2016

La educación está prohibida.

Quiero hablar de educación. Quiero hablar de la educación de este país basada en la memoria. En repetir un tema de historia o de lengua como si se fuese un loro. Aquel sistema que denomina 'inteligentes' a los de ciencias, 'torpes' a los de letras, 'inútiles' a los de artes y 'confusos' a los de sociales.
Ese sistema en el que un niño es catalogado con un número y que ese número delimita sus capacidades, ¿eso es educación? No señores, eso NO es educación.

La educación no puede ser competitividad, no puede ser individualismo, no puede generar problemas de salud tales como el insomnio, ansiedad o estrés. No se puede estar seis horas dando una lección y que por la tarde se tenga que estar otras seis horas para hacer todo el trabajo que se manda.

Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. Educan para la competitividad, que es el principal motivo por el cual ocurre una guerra.

¿Dormir 8 horas? ¿Eso es posible? No. No es posible al menos para un estudiante de segundo de bachillerato en el cual su día se basa en oír la palabra 'selectividad' cada dos minutos y escuchando frases con: 'tú debes sacar más nota, si no, no entrarás a ninguna carrera.' A todas esas muletillas que ya nos conocemos, le sumamos la propia presión que te impones a ti mismo. 'Tengo que sacar X en un examen si quiero tener X nota en la evaluación porque si no, no llegaré a...' ¡Basta! ¿Acaso queremos crear una sociedad competitiva? ¿Una sociedad con una humanidad que no llega más que a lo que a ellos les beneficia? ¿Una sociedad en que los artistas son tratados como una basura porque no tienen una Licenciatura Superior o porque su bachillerato tiene historia de la música en vez de física o matemáticas?

Por otro lado, profesores sin vocación, ¿por qué os dedicáis a esto? ¿para aliviar vuestras propias frustraciones? ¿para poder hacer pagar el daño que os han hecho a vosotros de pequeños?

Lo único que se me ocurre decir es que la educación está prohibida.

domingo, 21 de febrero de 2016

Mañana es lunes.

Hoy es domingo.
Hoy es día de remolonear un poco más en la cama. De despertarse de resaca y tomarse un paracetamol para menguar los efectos del alcohol que se bebió de más.
De despertarse en camas en las que posiblemente no volveremos a estar o que para nuestra desgracia, queremos volvemos a sentir bajo nosotros y que no podrá ser.
De arrepentirse de las cosas que dijimos la noche anterior o de las cosas que no. Hoy es día de reflexionar, de hundirse, de levantarse, de no hacer nada. De tirar el móvil en un cajón o de correr a cogerlo para decir: '¡No te puedes creer lo que pasó ayer!'

También es día para romper corazones. El lío que pensó que podía surgir algo más y por eso llama preguntando si podéis quedar. Romper ilusiones. Recomponerse y empezar la semana porque el domingo se acaba.
Dejar el domingo atrás porque, pasase lo que pasase, mañana es lunes y hay que volver a la vida.

domingo, 7 de febrero de 2016

Esa persona.

Debe ser bonito encontrar a una persona que te diga que te quiere y que lo diga de verdad. Que cuando agarre la cintura para besar lo haga porque lo deseas y no porque es lo 'normal' o que cuando diga que 'te echo de menos' realmente lo diga porque es así. 

Es bonito encontrar a alguien que te complemente, alguien que te entienda, que te apoye en tus objetivos, que te aliente cuando creas que vas a caer y que si caes, te coja de la mano y te diga que podrás. 

Es agradable saber que está ahí, que puedes llamarle a las tres de la tarde o de la madrugada que siempre te responderá con la misma voz que te cura cualquier malestar. Que un 'todo estará bien' te convenza aunque sepas a ciencia cierta que no es tan fácil y que hay posibilidades de que no todo estará bien.

Tener la seguridad de que duermes al lado de alguien que también estará ahí a la mañana siguiente, y a la siguiente y que deseas que esté durante toda la vida e incluso después. 

Saber que ese cosquilleo interior no va a desaparecer, y que cada vez que os veáis será como la primera vez. 
Que cada beso se sentirá como el primero y que cada brazo se sienta como que quiere quitarte todos los miedos que te inundan. 

Sentir que las miradas dicen más que cualquier otra palabra o incluso más de lo que se puede decir con unas cuantas letras que nos limitan. Porque es así. Porque las palabras limitan, porque los sentimientos a veces van más allá que las letras y ni el mejor escritor puede definirlas, porque esto se debe sentir. 

Tener miedo de mirarle a los ojos porque tienes la certeza de que es capaz de mirar dentro de ti.

¿Y sabes qué es incluso más bonito? Que esa persona para mi eres tú te quiero.